Hoy hablaremos de la
experiencia del placer… del placer sexual
La atención fue inmediata
y general, como si esa palabra, a veces delatadora de actos vergonzosos o
aborrecibles, fuese en ese instante inspiradora de gratas emociones. Cada cual
buscó en su pensamiento, sin esfuerzo, un recuerdo, un instante de intenso
gozo.
Un pequeño estremecimiento
recorrió el cuerpo de María cuando su memoria la transportó a la terraza de
verano, la música de Ray Charles, melodiosa, dulce, romántica invitaba a dejarse deslizar, con el
baile, por un mundo de sueños emocionales. Se había puesto su vestido blanco
con pequeñas florecillas marrones, más oscuras y más claras, una cinta de la
misma tela alrededor del cuello, y un bolso blanco, con adornos de charol, a
juego con los zapatos. “Le gustaré… Parece que me mira…” Sintió rebotar el
corazón en el pecho cuando Carlos se le acercó…
“Está guapísima…” María
destacaba entre todas, deslumbrante, con su vestido blanco resaltando en la
ligera penumbra de la terraza. Su corazón parecía querer salirse del pecho con
cada latido, empujándole hacia ella y reteniéndole a la vez. “Le gustaré…
Parece que me ha mirado…”
¿Quieres que bailemos?”…
Desprendido de
connotaciones soeces, groseras, sucias, el placer sexual incendia la
imaginación de cualquiera haciendo bullir el deseo. Pero no solo la experiencia
del placer es estimulante de éste, como búsqueda saciadora de una necesidad
fisiológica, relacionada con la vida sexual genital, sino que es mucho más. Es
la base de una construcción armoniosa y sana de la personalidad del individuo,
pues es elemento fundamental en el desarrollo de la conducta de apego y de la
urdimbre afectiva que lleva al amor, es el motor del proceso de sexuación, esto
es, de la construcción de nuestra sexualidad, que es tanto como decir de
nuestra personalidad.
El placer es la
experiencia gratificante que moviliza la conducta de los animales hacia fines
que le son provechosos. El placer sexual es el señuelo que motiva al individuo
en su esfuerzo reproductor, será por lo tanto, en su naturaleza biológica, eminentemente genital y dirigido hacia el coito, como forma de garantizar la vida a
través de la reproducción. Es la base
del instinto de supervivencia.
Nosotros, como animales, nacemos
con instinto, pero, como humanos, debemos vivir con deseo. ¿Cuál es la
diferencia? El instinto es un
impulso biológico, innato, una búsqueda de placer irracional encaminado a la
supervivencia del propio individuo y de la especie; el deseo es un estímulo humano, sujeto a la inteligencia y a la
cultura, que lleva al individuo a la elaboración imaginada de una búsqueda de
placer gratificante para él, y, si el deseo es sano, gratificante también para
quienes participan en su experiencia.
Esto será lo que diferencie nuestro impulso
sexual del de los animales. Si nos quedamos sólo con lo que nacemos estaremos
próximos a ser sólo animales.